top of page

DATOS DE LA OBRA "CON TU PROPIO MIEDO" para festival

Entrevista a JORGE ZANZIO por CARLOS SAMUEL PINTER

 

El día se presentaba agradable. Dieciocho grados de temperatura para una jornada de otoño que, con sus ocres teñía a la ciudad de las diagonales volviéndola un cuadro viviente difícil de plagiar por el artista plástico más diestro. Ahí estábamos los dos, en la rambla de la calle cincuenta y tres entre cinco y seis. Ambos nos sentamos en un banco de madera y por un rato, como si el tiempo fuera un tesoro de nuestro dominio, permanecimos callados, extasiados. La belleza urbana que se nos imponía ante nuestros ojos nos hacia vibrar, casi casi hasta las lágrimas.

Un rato después, ya vueltos en sí, rompí el silencio con la primera pregunta. Él me miró con una leve sonrisa amistosa, pero de resignación.


PINTER: Si es que te interesa el fútbol, ¿cuál es tu equipo favorito?
ZANZIO: Sí, me interesa, pero no con esa pasión de un hincha ferviente. Me puedo calentar durante el transcurso de un partido, pero a los cinco minutos de finalizado ya me olvidé.
P: ¿Entonces?
Z: ¿Entonces?
P: ¿De qué equipo sos?
Z: ¡Ah! Sí, de Estudiantes de la Plata.
P: Entonces, mejor cambiemos de tema.
(Risas)
P: ¿Te interesa la política?
Z: La política partidista, no. Pero sí me considero un animal político.
P: ¿Cómo es eso?
Z: Bueno, creo que, como hacedor de arte soy una persona política. Tomar la decisión de un texto, y decidir montar una obra de una o de otra forma, o de usar diez luces o una, es indudablemente una decisión política.
P: ¿Por qué te denominas hacedor de arte y no artista?
Z: Porque llamarme artista es como usar una camisa de varios talles más grandes. Me siento un laburante del arte, pero un artista... puff, qué sé yo.
P: ¿Todo artista es político?
Z: Claro, tanto aquel que monta una obra en calle Corrientes como aquel que presenta su invención en un reducto para veinte personas. Ambos responden a una decisión ideológica, a un compromiso estético.
P: No siempre el que presenta su obra en un reducto está satisfecho. A veces, en silencio, sueña con estar en calle Corriente.
Z: Sí, por supuesto. Y no siempre los militantes políticos cuando llegan al congreso son consecuentes con sus principios primigenios.
P: Ahá. Pero cuando se habla de artistas se mira por un lente más romántico, en cambio con la política se es más predecible. Suele haber muchas decepciones, pero no sorpresas.
Z: Lo lamento por los que miran a través de ese lente, pero somos todos humanos.
P: Recién hiciste alusión a las artes escénicas.
Z: Sí, implícitamente.
P: ¿Qué otra actividad artística practicas?
Z: Poesía y realización de video.
P: ¿Decir poeta no te suena ampuloso como decir artista?
Z: Exactamente.
P: Si al que ejecuta o compone música se lo llama músico, cómo llamarías al que realiza poemas.
Z: Poeta, obviamente. Pero eso no quita que yo no me sienta incómodo con ese título. A pesar de ser un hombre de cuarenta y siete años, y que escribe poemas desde los veintipico, siempre siento que estoy empezando.
P: Eso puede ser bueno.
Z: Supongo que sí, porque hay un espíritu joven, de novato, que está latiendo ahí, esperando la gran obra sin dormirse nunca en ningún “laurel”
P: ¿Crees en Dios?
Z: A veces sí, a veces no. Pero cuando creo lo desprecio.
P: Eso suena bastante duro, como a enojo.
Z: Suficiente con ver al mundo como está.
P: El mundo tal vez esté así por el hombre, y no por él.
Z: Bueno, nunca voy a aceptar que un padre abandone a sus hijos.
P: Quizás él tenga sus razones.
Z: Sus razones me importan muy poco. Sólo sé que, mientras una parte del mundo resiste, otra parte se cae a pedazos, exista o no exista el todopoderoso.
P: En muchos poemas lo nombras.
Z: Sí, como nombro la muerte sin quererla. Hay ideas, estados, y emociones que son muy buena materia prima para la ficción.
P: ¿Leíste a Shakespeare?
Z: Me encanta.
P: Montarías una obra de semejante autor.
Z: Ni loco. Me gusta mucho, pero no estoy capacitado para entenderlo lo suficiente como para meterle mano. E incluso no encararía el texto de ningún otro autor. Simplemente trabajo con mis textos porque los parí yo, porque puedo entender mis monstruos y no compito con ningún referente.
P: ¿El cine?
Z: Palabras mayores.
P: ¿Es tú preferido a la hora de hacer?
Z: No, todas las manifestaciones con las que comulgo son amores predilectos, y como todos los hijos, cada uno es diferente a partir de sus complejidades y sus encantos.
P: ¿Podes definir cuál es tu amor hacia cada uno de ellos?
Z: No, el amor es muy difícil de explicar. Pero sí te puedo acercar alguna idea.
P: Dale.
Z: Para que no haya celos de ninguno, voy a ir por orden cronológico.
(Risas)
Z: Con la poesía hay algo muy íntimo, muy en primera persona, muy musical susurrado cerquita al oído. Con el cine. Cuando hablo del cine debo aclarar que nunca toqué un rollo de celuloide, sino me refiero al video usando un lenguaje cinematográfico.
P: Ahá.
Z: Ahí, si bien también se filtra algo personal, al estar involucradas otras personas: actores, editor, iluminador, etc, etc, la cosa es más en tercera persona. Hay un acercamiento más pictórico, y tal vez más omnipotente dado que, por un rato uno maneja vidas para crear un mundo inspirado por tu propia locura.
P: Excitante.
Z: Definitivamente.
P: Tu tercer amor.
Z: Sí, por supuesto. El teatro es mi tercer amor, y de mis hijos, el último. Ahí se presenta otra relación, también excitante, diferente a las demás. Tal vez la más agotadora a la hora de cuidarlo, de resistirlo.
P: ¿Por qué?
Z: Bueno, con el poema alcanza con un papel y un lápiz, luego fotocopias y repartís. No se necesita más nada para que camine. Con el video, si bien se requiere de más elementos, hoy por hoy es accesible, y una vez que está terminado, lo cargas a youtube o a cualquier red y lo puede ver un tipo en Japón, en Islandia, o en cualquier parte del mundo. En cambio el teatro requiere de un contacto personal, un ahí y ahora. Y además no se puede multiplicar, se realiza una función por vez. Eso lo vuelve muy particular.
P: Creo suponer que, ahí el video es impotente.
Z: Claro. Una obra de arte escénico como el teatro o la danza sólo se filma para tener un registro y así, en el futuro poder copiar la puesta o para mandar a un concurso, nada más. Yo, odio mirar obras de teatro en video.
P: ¿Odias muchas cosas?
Z: No tanto como las que amo.
P: Pero en una medida considerable.
Z: Bueno, cuando hablo de odio quizás esté exagerando. ¿Cómo puedo odiar un video de una obra? Yo odio a alguna que otra persona.
P: ¿Por ejemplo a algún tirano de nuestra historia?
Z: Sí, el mismo que odias vos, supongo.
(Risas)
P: ¿Estás casado?
Z: Felizmente, sí.
P: Es difícil escuchar eso con sinceridad.
Z: ¿Se lo preguntaste a muchos?
(Risas)
P: No, pero se huele.
Z: Sí, hay muchas personas que cuentan sin necesidad de abrir la boca.
P: Nunca es triste la verdad...
Z: ...lo que no tiene es remedio.
P: Nunca compartí esa frase.
Z: Yo, tampoco.
P: Tu mujer a qué se dedica.
Z: Es docente de artística, bailarina, y coreógrafa.
P: ¿En ese orden?
Z: Se lo tendrías que preguntar a ella.
P: No faltará ocasión.
Z: Ella es más simpática que yo y más habladora. Seguramente vas a necesitar más espacio para la nota.
(Risas)
P: Y tu hijo ¿qué?
Z: Él sí es un artista en potencia, al menos por ahora.
P: Si pudieras elegir entre artista o deportista, ¿con cuál te quedarías?
Z: Artista.
P: Pero hipotéticamente, si tuvieras que elegir entre dos opciones. 1) Te aseguran que tu hijo en el deporte podría jugar en primera en un equipo de Europa, y obviamente ganar millones. 2) Hacer teatro, o tocar música para treinta tipos en tu ciudad. Entre las dos, ¿qué elegirías?
Z: Espero que nunca tenga que depender de mí esa decisión, pero ya que estamos jugando. Estamos jugando ¿no?
(Risas)
Z: Elegiría la segunda opción.
P: Pero estarías sacrificando la seguridad de un futuro de bienestar, y de que esté a salvo de los males del mundo.
Z: La verdad que no me consta que todos esos tipos sean felices en ese mundo en el que se mueven. Pero sí tengo pruebas de que muchos artistas que no pueden vivir de su arte son felices.
P: Felicidad ¿no es mucho decir?
Z: Supongo que hablamos de esa felicidad de estar latiendo, en movimiento. No hablamos de la felicidad de pajaritos y pelotudeces, sino de esa que se alcanza en la lucha.
P: Sí, de esa hablamos.
Z: Entonces, ratifico lo que dije.
P: ¿Tenes algún sueño?
Z: No, tengo proyectos.

 

El artista me palmeó la espalda y volvió a concentrarse en el paisaje. Yo aproveché esos momentos de silencio para pensar en mis propios proyectos postergados.

 


 

bottom of page